Cuando fui por primera vez a escalar a
Montrebei, nos pasaron mil putadas; nos perdimos con el coche, no
encontramos la vía (claro, no había marcas de espray), perdí un
pie de gato... Pero daba igual, seguro que otro día encontraríamos
la vía, no se la iban a llevar.
Eso sí, solo pudimos pasear por su
estrecho congosto maravilloso, con una mezcla de acojone y admiración
por aquel paisaje que teníamos delante de nuestras narices.
A pesar del mal comienzo a cambio nos
llevamos una estupenda noche durmiendo al raso en nuestros sacos y un
paseo por un lugar en el que nos quedamos boquiabiertos a cada paso
que dábamos y donde nuestros corazones y mente nos empujaban a
intentar escalar esas maravillosas lineas.
Pero lo principal de todo y más
importante era la TRANQUILIDAD que se podía respirar, cosa que
ahora es imposible.
Empezaron con el camino natural y ahora
esto....